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LAS GANAS DE NO SABER

Decidió la vida por mi, sin prisas y con muchas pausas, cuando debía parar. Decidió la vida tumbarme a medias en el camino y definir con extrema precisión, lo que antes, por mi cuenta, a tientas, con poca pausa y muchas prisas, yo había decidido hacer, bastante mal hubiera dicho en la época, bastante bien recálculo ahora. 


Son en los momentos de caos, cuando el orden nace de una manera anárquica, pero estructurada en milimétricas piezas cortadas a perfección, que cuando el momento "perfecto" llega, aquel que surge de las pausas y pocas prisas, se unen en exacta sincronía, como el caos que las generó.


La vida, una vez más, me da otra oportunidad, no sé cuántas llevo, pero espero que siempre hayan. La vida, esa que brilla en mi, como en ti o en los demás, se llenó de la valentía que le faltaba a mi "yo" del pasado y decidió por mí, el momento de parar, regalándome unas ganas, que nunca había sentido, mucho menos planeado: el no querer saber absolutamente nada más. 


Perdonen, no confundan mi paz con ignorancia, solo que hay momentos en la vida - por eso ella misma lo decidió - que para poder seguir, conocer y aprender, tenemos que disfrutar lo que ya se ha logrado, conocido y aprendido, sino, ¿de que vale llenar la copa de vino y vaciarlo sin siquiera darle un pequeño sorbo y que tus labios sientan el placer de tan noble bebida?


Así pues hoy, sorprendida de mi, fanática del entender y mucho más del saber, me disfruto con calma, la dulce bebida, que la vida añejó para mi, sin prisas y con muchas pausas...

 
 
 

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